10 de julio de 2014

Lo que me sale de adentro (es intocable)

Facebook se ha convertido en un espacio en el que es mejor estar callado que hablar y ser lapidado. Todo el mundo va a aplaudirte si le llamas guapa a tu amiga equis, que seguramente está preciosa en su bikini nuevo del Calzedonia (o no, tal vez haya escogido el modelo equivocado), pero no te jalearán tanto si te metes con sus hijos. Bueno, aclaro, no hace falta ser irrespetuosa: con los niños en general. Aquí viene uno de los puntos sensibles de todo opinador que se precie: los niños son intocables.

Os cuento la historia que he vivido de primera mano esta semana. Un amigo mío defendía en su muro de Facebook algo que yo también comenté unos días antes: el tema de los vagones silenciosos de Renfe, que nos librará no solo de los menores de 14 sino de cualquier mayor que ande armando el mismo jaleo que pueda hacer un crío. Y precisamente ese fue el primer comentario que hice: "hay mayores que pueden ser mucho peores que algunos niños".

A mi comentario se sumaron un par de "likes". Hasta aquí todo correcto, pero el hilo de le fue de las manos a mi amigo que, pese a que había sido correcto y educado, tuvo en contra los comentarios de las "mamis" de su muro. Su "pequeño error" fue meterse con los críos. ¿Recordáis la frase "con la Iglesia hemos topado"? Pues bien, ahora mismo, en la sociedad en la que vivimos, toparse con la Iglesia es más cómodo que toparse con una madre radical.

Hablaré a partir de ahora de fundamentalistas de la maternidad. No voy a hablar de madres en general porque conozco bastantes buenas madres que, además de ser buenas madres, son respetuosas hacia las que optamos por la opción "no-kid" y por los "kids-non-friendly".

Esta fue una de las expresiones que use posteriormente en el muro de mi amigo. Sí, es cierto, me gusta debatir pero no liarla gratuítamente. Lo que sí que me molestó fue un comentario que tachaba nuestra opinión de "gilipollez" para luego pedir "respeto y comprensión hacia los niños". Las expresiones clásicas no tardaron en salir: "los niños son niños", "cuando tengas niños, ya verás como piensas diferente" y el gran clásico recalcitrante "tú no entiendes del tema porque no eres madre/padre".

Uf, por ahí no pasé ya. Es como si alguien me dijera que no tengo derecho a opinar sobre el cáncer por no haber pasado por uno. Es cierto que la experiencia te da puntos de vista que no tienes si no pasas por un proceso tal, pero evidentemente, nadie puede quitarme el derecho a imaginar qué haría en el caso de que tuviera un hijo y me ocupara de su educación (no siempre ambas cosas van ligadas).

La frase más radical que dije fue "os joda o no, los niños molestan y mucho". Evidentemente que maticé la frase con algo que opino y creo firmemente. Un niño no sabe que cuando molesta lo está haciendo. Hoy me ha pasado: dos niños muy pesados me han dado el mediodía en la cola de Abacus de Córcega. Gritones, movidos, estresados vaya usted a saber por qué... sus padres tampoco les abroncaban. Simplemente se limitaban a mirar a otro lado. Cansados, pasotas, acostumbrados... no parecían malos padres en absoluto. Simplemente deciden educar así. A mí me parece genial, pero sus hijos me incordiaban porque eran molestos. A uno de los dos en cuestión no le ha parecido importarle que yo estuviera en la caja pagando para ponerse a mi lado sin respetar mi espacio de privacidad con la cajera y los padres han hecho mutis por el foro.

Pero vuelvo al muro de mi amigo: la conversación subió de tono. Las fundamentalistas de la maternidad seguían pidiendo "respect" a lo Aretha Franklin mientras yo les intentaba convencer de que el respeto se gana, no se pide.

Al día siguiente, la discusión siguió y excepto una apostilla más, dejé el hilo para centrarme en mis quehaceres diarios, hasta que por la tarde recibí un mensaje privado en Facebook por parte de una "amiga" de mi amigo. Y digo "amiga" porque en Facebook todos vamos entrecomillados. El mensaje, al que no contesté en privado, era éste (copio-pego literal, faltas incluidas):

"Que te pasa reina ? Que tu te crees más que nadie ? Perdona pero tus comentarios ej facebook son de lo peor argumentado que he podido leer en mi vida Siento irrumpir así en tu vida pero es que me da tanto asco que pueda haber mujeres como tu que no he podido evitarlo Claro que con esa cara no me extraña Tu no serás nunca madre porque evidentemente acostarse contigo es toda una proeza y al no ser qye estés forrada lo tintes bastante mal Ala que tengas un buen día coco".

La fundamentalista de la maternidad me fascinó enseguida. ¡Ella sí que sabe argumentar! Una vez más era el mismo mensaje, pedir algo que ellas no saben ofrecer. Lamentable.

Con todo esto quiero llegar a un punto importante: nunca me he sentido atacada de manera tan furibunda ni por mis ideas políticas ni por fútbol como de la manera tan radical como me han tratado las fundamentalistas de la maternidad. Y tengo que añadir a "los", que también los hay, pero que no se toman este tema tan a pecho. ¿Por qué razón? Esa ha sido siempre mi pregunta. ¿Por qué muchas mujeres cuando hablas de niños se muestran tan cerradas, obtusas y maleducadas hacia las que no tenemos la misma pasión que ellas por los niños?, ¿por qué discriminan al resto de mujeres con el argumento de que si no eres madre, jamás serás una mujer completa? , ¿qué les hace pensar pensar que todas tenemos que regirnos por el mismo patrón o si no somos seres egoístas y que no merecemos tan siquiera vivir una relación de pareja?. Estas preguntas las resumo en una respuesta: nadie deja que le toquen lo que le sale de adentro. Algo similar a lo que me pasa a mí con algunas de mis ideas. 




30 de mayo de 2014

Mi historia con Paco




Juro que la historia que voy a contar es real, 100% real y sin recortes. Todo comenzó en el año 2002. Me echaron del trabajo, una página web de información general que ya no existe y que sufrió de lleno la crisis de las puntocom a principios del presente siglo. Tengo que decir que soy periodista y para mí la crisis comenzó desde que me licencié y entré en el mundo laboral. Con los sueldazos que cobramos algunos del sector (la gran mayoría) apenas se puede subsistir... pero a lo que íbamos: mi primera crisis laboral fue en 2002.


Acababa de quedarme en paro y una compañera que tuvo la suerte de no salir en la segunda tanda de despidos (en la que me tocó a mí irme a la calle), nos comentó a algunos de los despedidos que buscaban un redactor para la sección de política de La Razón Cataluña. Para una de mis compañeras de despido (y amiga) y yo, el primer pensamiento fue "qué marrón de vacante". Mi amiga, de entrada, no quiso saber nada del tema, pero yo, bien por cobardía, bien por inocencia o bien por no tener demasiado amor propio (de entrada) acepté ir a la sede de La Razón a ver qué me ofrecían. Eso sí, iba ya avisada: no esperaba una buena oferta. Lo que allí me encontré fue peor de lo que me pensaba.

Me recibió el entonces director de la edición catalana, el antes-no-pero-ahora-sí-archiconocido Paco Marhuenda. Tengo que decir que en todo momento fue amable, no voy a negarlo. Su oferta fue la siguiente: un trabajo de 9 de la mañana hasta cierre (horario indefinido) en la sección de política del diario (cuidado, que ya sabemos como se las gastan), sin contrato (o sea, sin alta en la Seguridad Social, sin derecho a paro ni indemnización en caso de despido, ni nómina, ni cobertura en caso de accidente..., según Paco porque no les era económicamente posible hacer contrato a nadie), pero eso sí, ¡¡¡con sueldo!!! Eh aquí cuando el gran Paco Marhuenda me dijo lo siguiente:

"Cada mes cobrarás EN UN SOBRE entre 45.000 y 50.000 pesetas" (sí, ya teníamos euros pero hacía poquito y aún contábamos en pesetas).

Ya véis, una pasada de sueldo. Desde luego, si algo está claro es que los sobres del partido de sus suspiros, presuntamente, han sido bastante más generosos que los que él me ofrecía en su diario.

En aquel momento, tras escuchar la oferta, no lo dudé un instante y le respondí lo siguiente:

"Mire, Francisco, yo vengo de una empresa con contrato, un buen sueldo, móvil de empresa, cheque restaurante... y qué quiere que le diga, me parece muy dura su oferta, así que voy a seguir buscando un trabajo con mejores condiciones, con contrato, vaya... ya que ni siquiera puede usted ofrecerme media jornada para que lo haga compatible con otro trabajo".

Lo de la media jornada fue rechazada por el entonces director de La Razón Cataluña. Y ahí acabó mi entrevista. Nos dimos la mano, me comentó que si me lo pensaba le llamara, me dio su tarjeta y me marché. Jamás volví a verle.

Ahora me arrepiento de dos cosas: 1. haber pensado tan solo un segundo en formar parte de ese medio tan deshorroso para el periodismo y 2. no haber conservado la tarjeta de Paco para, al menos, pegarme unas risas a su costa.